miércoles, 28 de agosto de 2013

Una historia trágica

A pesar de que en todas las casas se hacía la matanza, en aquellos duros años 40 las tiendas no podían disponer del dinero que requería un buen surtido y solo atendían con el género justo para el día a día.
Así que, en época de matanza, se tenía que ir a otro pueblo cercano, más grande, Rute, a proveerse de las tripas, las especias, etc. Lo que se llamaba "los arreos".

Un día de noviembre, los padres de esta niña de la foto decidieron hacer el viaje y aprovecharon para llevar a la entonces pequeña de la casa con ellos.
Subieron los tres en el mulo y recorrieron por los caminos los kilómetros que les separaban de Rute (por carretera, ahora, unos 15. Probablemente algunos menos por trochas y veredas).

Una vez hechas las compras se dispusieron a la vuelta y saliendo del pueblo se encontraron a un vecino, al que llamaban -cosas de los motes- don Nariz. Este viajaba solo en su mulo y les dijo que él llevaba a la niña, si querían, y todos podían viajar más cómodos.
Así lo hicieron y emprendieron la vuelta entre olivares.

En un momento del viaje el mulo que llevaba el vecino, que al parecer no era de los llamados "maliciosos", sin que hubiera un motivo que lo explicara, se "asombró" y tiró al suelo a ambos, al hombre y a la niña. Con ellos en el suelo y debajo del mulo éste le dio una coz en el centro del pecho a él y lo mató instantáneamente.
La madre se echó el suelo con el instinto de protección maternal que hace reaccionar sin pensar en nada y sacó a la niña de entre las patas del animal. Milagrosamente, intacta.

El mulo arrancó a correr entre los olivares dejando tras de sí la muerte, el miedo, el estupor...
Mi abuelo, que ese era el padre de la niña, fue a Rute a buscar a la Guardia Civil mientras mi abuela y la niña, mi tía, se quedaban conmocionadas con el cadáver del pobre hombre que de una manera tan inesperada había perdido la vida.

Esta era una de las historias que yo pedía una y otra vez que me explicaran cuando era niña. Me fascinaba ese suceso terrible que había hecho planear las alas de la muerte tan cerca de mi tía. Y me sorprendía que todos lo contaran sin recordarlo como el momento más trágico de su vida. Pero, ¿cómo iban a contarlo quienes habían vivido guerras, muertes de hijos, de hermanos, penurias, penas insondables y tiempos oscuros?

Mi tía bien, gracias.

Imagen: fotografía familiar, años 40.

4 comentarios:

  1. Felicidades por haberle puesto de nuevo hilo a la aguja y continuar tejiendo historias y recuerdos.
    Fascinante, como el resto.

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    1. Gracias.
      Tus comentarios me animan a seguir escribiendo.

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  2. Vaya reencuentro, Ana. Hace tiempo que no escribes por lo que veo.

    Una historia terrible y alucinante. Me han vuelto a entrar ganas de volver al pueblo a por los secretos no resueltos.

    Un abrazo y continúa escribiendo.

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  3. Pues sí. Una historia terrible a la que mi tía atribuye todos los miedos que tiene ahora (¡a lo mejor tiene razón, la pobre!).
    Por cierto, tengo otro blog que no sé si conoces. Es una cosa muy ligerita pero a lo mejor te apetece entrar alguna vez: lofesindeyer.blogspot.com
    Por cierto, tú también te has hecho mucho de rogar. Me tenías preocupada.
    Un abrazo.

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