miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tres cosas hay en la vida

Tres cosas había en la vida, en aquella época  en la cual yo aún tenía sierritas en los dientes y me dejaba poner margaritas en el pelo, que me hacían toda la ilusión del mundo. La ilusión y los sueños genuinos de la infancia, los que construyes en tu mente y parece que tocas con las manos.

Hace unos días, en esas noches de insomnio que los malos tiempos nos deparan, los recordé y pensé que era una buena idea compartirlos. Al menos echaremos unas risas -o unas lágrimas, según se mire-.

El primer sueño era poder ver algún día "Viaje al fondo del mar" sin tener que tragarme antes "Cesta y puntos".
Vamos a ver: mis padres estaban inmersos en el loable intento de hacer de mí una chica de pro y como quiera que en aquella época no había extraescolares varias de inglés, de kumons matemáticos, etc. la televisión era para ellos esa ventana por la cual entraba en la casa el complemento alimenticio al menú intelectual servido en el cole.
Según esto yo debía ver, sí o sí, el susodicho "Cesta y puntos" que era un programa que yo no entendía ni por asomo. Y no es que no entendiera únicamente las preguntas (desinencias, declinaciones latinas, etc.), de las que mi edad me tenía todavía alejada, sino que no entendía de qué iba todo aquello.
Un montón de niños bien -alunmnos todos ellos de prestigiosísimos colegios, religiosos por supuesto,- ataviados con un uniforme-cruce entre pijama y tripulante de nave espacial jugaban, supuestamente, un partido de baloncesto.
Se intercambiaban unos regalos que ni en las peores pesadillas a mí se me hubieran ocurrido: un mapa de Guipuzcoa del siglo XVII, un ejemplar de la biografía crítica de San José de Calasanz o -toma ya- una reproducción del Miguelete.
Había delanteros, defensas y pivots y, cuando acertaban una pregunta, una pelota salida de yo no sabía dónde iba a colarse en una cesta.
El folclorismo quedaba marcado por el hecho de que, entre jugada y jugada, el público (???) entonaba unas cancioncillas alegres y patrióticas. Eso sí, sin mover el bigote.
También había su toque caritativo ya que llevaban regalos a no se sabe qué escuelas o instituciones a las que representaban -debían ser de pobres, claro-.
El presentador, ese señor que cada mañana se pasaba el arado por el pelo, era Daniel Vindel al que acompañaba su señora (era una de las juezas), Aurora López Clemente. Lamento profundamente haberles hecho blanco de mis primeros odios infantiles.
Total, que yo me sentaba delante de la tele con resignación cristiana porque el premio era ver ¡¡¡¡"Viaje al fondo del mar"!!!!! que eso sí que se entendía todo: los silbidos gorgoteantes del submarino, el monstruo con crestas que siempre subía por la escotilla, el almirante y, sobre todo, mi amor platónico: el capitán que, para mi gusto, debería haber mandado sobre el almirante y no al revés.
Así que soñaba yo en que un día, sentados a la mesa, mi padres se mirarían con  complicidad y dirían: "Ya eres lo suficientemente sabia como para que puedas saltarte "Cesta y puntos". Anda, hija mía, corre a ver "Viaje al fondo del mar"". Y yo les compensaría siendo una estudiante modelo por los siglos de los siglos, amén.

El segundo sueño era el de poder dominar el mundo. Modesto sueño, estaréis pensando. Pues, aunque no lo parezca, lo era.
Cada verano yo pasaba mis vacaciones en el pueblo mientras mis padres se quedaban trabajando hasta los veinte días de agosto que tenían "de permiso". De obligado cumplimiento era el poner, de tanto en tanto, un aviso de conferencia y dar el parte de cómo iba todo. Especialmente, como ya he explicado en otro lugar, el avance de mi peso (que era nulo, por cierto).
¿Y dónde íbamos a hablar por teléfono? A una casa del pueblo en cuyo zaguán había una garita hecha de madera con un teléfono dentro y una ventanita por la cual se veía ¡¡¡a la dueña del mundo!!!. Aquella mujer, vestida de negro, con su moñete lleno de horquillas y su delantal cogido con alfileres al pecho, metía y sacaba clavijas mientras ordenaba (¡¡y le obedecían!!) "Avilés, habla" "Barcelona, ahora no puede ser que hay demora" "Madrid, se ha cortado. Hoy ya no se puede." Eso, eso quería ser yo: ¡¡La dueña del mundo!!

El tercer sueño era fantástico. Yo quería vivir en el páramo soriano, o burgalés, o zamorano. Y os preguntareis, ¿por qué una niña que veraneaba en un pueblo lleno de luz y de sol y que vivía el resto del año en una metrópoli cosmopolita, con su zoo, su parque de atracciones, su corteinglés... querría cambiar eso? Pues muy sencillo: yo quería participar en Misión Rescate. Yo quería recorrer, junto a un maestro vocacional y entregado, las piedras y las sierras. Ir vestida con un pantaloncito corto de espumita y unos calcetines a media pantorrilla. Llevar un flequillo de lado y encontrar trocitos de cerámica de los romanos, adornos de los íberos, puntitas de flecha de la prehistoria, vasijas, monedas, figuras... lo que fuera. Quería ser integrante de esos grupos pero, más que nada, quería ser un batidor: un aguerrido mozuelo que, sin miedo al frío helador del febrero soriano triscara entre peñas y ganara un premio para mí, para mi escuela, para mi familia y para el mundo entero.

Eso quería ser yo: sabia hasta el punto de no tener que ver "Cesta y puntos" y, por ello, ama del mundo desde el páramo meseteño.

¡¡Y fijaos para lo que he quedado!! Para contar batallitas. En fin.

(Imagen: fotografía familiar. 11 de junio de 1969)

11 comentarios:

  1. ¡Felicidades!
    Yo creo que has cumplido los tres sueños.
    Me explico.
    El primero: compensaste siendo muy buena estudiante (va a ser que te marcó el grisáceo programa).
    El segundo: tú sí que eres la reina del mundo con tu interné y tu feisbuc. ¡Ya hubiera querido la del moñete!
    El tercero: mira, Ana, una niña lo tiene difícil para convertirse en un "aguerrido mozuelo", pero mira por donde, en tu casa tienes a tres.

    Ay, ¡¡¡¡que los sueños se cumplen!!!!
    A seguir soñando.

    Me ha gustado mucha la entrada.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno pues visto así resulta que soy una triunfadora. ¡Qué bien!
      Gracias y besitos.

      Eliminar
  2. Preciosa entrada, muy emocionante.Esta vez no me acuerdo más que del nombre, pero no de haber visto Cesta y Puntos.
    ¿En qué se proyectarán ahora los niños y niñas?

    Tampoco vi nunca cómo se ponían las conferencias, pero seguro que me hubiera impactado.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues tuviste suerte con lo de no ver "Cesta y puntos". Yo tenía que tragármelo quisiera o no, como la quina San Clemente ¡¡¡¡que da unas ganas de comeeeeer!!!
      Por cierto, tengo un problema con tu blog: aparece una entrada nueva pero cuando accedo me lleva a la anterior. ¿Alguien más te ha comentado algo o es un problema mío?
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. No, no me lo ha dicho nadie. Voy a echar un vistazo, gracias.

    La Quina San Clemente me proporcionó los primeros "colocones" (bueno, casi los últimos también).

    ResponderEliminar
  4. Ya está arreglado. Debía ser cosa mía.

    ResponderEliminar
  5. Hola Ana, muy bonita la entrada, un placer.
    que tengas una buena semana.
    recibe un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Ricardo. Me alegro de que te haya gustado. Bienvenido.

      Eliminar
  6. Me ha gustado mucho tu entrada. Está bien recordar los sueños de cuando éramos pequeños y verlos en perspectiva. Unas veces sonríes, otras te paras a pensar en qué se han quedado y siempre, siempre, te das cuenta de que esos sueños son una parte importante de lo que tú eres en este momento.

    Me he reído mucho con la parte de "Cesta y puntos". Y me asalta una "terrible" duda: saber qué destino final tenían esos "maravillosos" regalos que se intercambiaban. Me los imagino en una librería de salón con un toque retro - kitsch, junto a una enciclopedia que hace juego con el sofá; un plato de porcelana mala con la inscripción "Recuerdo de..." en letras doradas y dos figuritas cursis de origen desconocido!!!!

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Algunos se podían colgar en la pared: los banderines aquellos triangulares, rígidos, por ejemplo.

      Eliminar
    2. ¿También en la pared???? ¡Madre mía!!!!

      Eliminar